
Le mandé limpiar la fachada, y mientras la miraba a lo lejos, parecía que estaba cumpliendo su trabajo, Eso sí, ¡cerré todo! No dejo que esa me entre en casa ni loca...

Total hijos, que de repente, se puso a llover. ¡Una lluvia! Y venga a llover a llover a llover... Lo último en lo que pensé fue en la dichosa Valeria, ¡que se vaya al cuerno por ser tan pesada! Me la imaginaba ahí en la fachada mojadísima y medio volando... ¡Una risa que nos entró cuando se lo comentaba a Pili! Ah, y así fue eh, ¡se mojó toa!

Y luego cuando volvimos a casa, estaba de esta guisa... ¡Qué asco! Ni secarse sabe la mujer...

¡Y nosotras no fuimos menos! Las rohillas, tan precavidas como somos, pero tan torpes a la vez, ¡nos olvidamos el paraguas! Un cachondeo, hijos... Espero que esto nunca os pase y que no cojáis lluvia por la calle que os pille desprevenidos...

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