
De repente, se nos acerca. Empieza a contarnos su trágica vida, que si muertes, enfermedades... Todo desgracias. "Tú no sabes por lo que estoy yo pasando", repetía. "¿Qué óño quiere esta?" - me preguntaba yo. Pili atendía a sus historias con cara de conciencia y preocupación, pero yo le torcí la cara y me puse a pensar. Ya sabía que según ella su vida era desgraciada, ¿para qué venir a contármelo otra vez?

Que de un momento a otro se me tira a los pies. ¡No sabía dónde meterme! Se puso a lloriquear y gritar entre berrinches que necesitaba un trabajo, que si quería se nos ofrecía como chacha. Pili miraba la escena con cara de terror, pero yo, conociéndome la historia, le dije que se levantara. Insistimos en que no pero al final para complacerla y que se largara de una vez le dijimos que ya hablaríamos.

Al final se fue llorando y encorvada, andando lentamente. Al llegar a la primera esquina, vimos cómo se incorporaba y se ponía a reír en signo de victoria. "¡Será guarra!" -decía Pili. HIJA, ¡ES VALERIA! Así es ella, quiere dar pena para conseguir cosas y luego las menosprecia. Hay que ver cómo está este mundo...
Ahora que lo escribo, menosprecia suena a menopausia.

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